miércoles, 27 de mayo de 2020

la mirada en su voz, Cotázar está aqui


Escuchar  la voz en el tiempo.

Cuando estamos en este espacio donde el día a día,
gira en torno del mismo espacio, tenemos la propia casa tomada.

Querido Cronopio:
Siempre estarás en nuestro día a diá, aquí, como en el Perseguidor,
intentamos el mejor espacio para escucharte, voz atemporal y  viva.


VOZ VIVA DE MEXICO: julio cortázar
https://youtu.be/tzYunAXvtXs

miércoles, 6 de mayo de 2020

El poema casa.

Reflexión del espacio-casa-actante
Gracias Edna Aponte!
Así, frente a la hostilidad, frente a las formas animales de la tempestad y del huracán, los valores de protección y de resistencia de la casa se trasponen en valores humanos. La casa adquiere las energías físicas y morales de un cuerpo humano. Abomba la espalda bajo el chaparrón, endurece sus lomos.

Bajo las ráfagas se dobla cuando hay que doblarse, segura de enderezarse a tiempo negando siempre las derrotas pasajeras. Una casa así exige al hombre un heroísmo cósmico. Es un instrumento para afrontar el cosmos.

Las metafísicas "del hombre lanzado al mundo" podrían meditar concretamente sobre la casa lanzada a través del huracán, desafiando las iras del cielo.
A la inversa y en contra de todo, la casa nos ayuda a decir: seré un habitante del mundo a pesar del mundo. El problema no es sólo un problema de ser, es un problema de energía y por consiguiente de contraenergía.

En esta comunidad dinámica del hombre y de la casa, en esta rivalidad dinámica de la casa y del universo, no estamos lejos de toda referencia a las simples formas geométricas. La casa vivida no es una caja inerte. El espacio habitado trasciende el espacio geométrico.
Esta trasposición del ser de la casa en valores humanos, ¿puede considerarse como una actividad de metáforas? ¿No hay allí más que un lenguaje de imágenes?

jueves, 23 de enero de 2020

Esa diáfana luz

!oh es ella¡
Todo lo que la luz tocaba, la diáfana luz, se emitía desde el pasillo, al cruzar el umbral, la dimensión se veía nítida, veloz, viento, blanca.

Días aciagos o nublados, allí podían iluminarse, alumbrarse asi mismos. El agua era lo único que no debía faltar.

Para entrar hacia el ventanal, las orqídeas y las flechas se espigaban para escuchar, toda la polifonía en verde. 
Guiaron mis pasos durante siglos... cómo entrar y salir de esa dimensionalidad fue nuestro secreto.
Sencillamente no podíamos separarnos más; ellas tenían las llaves de esos siglos, yo aún el cuerpo, la voz. 

Plantas en flecha siempre hacia arriba, señalaban el camino directo. La visión perfecta, las lágrimas derramadas ante la luz. Las señales fueron cada vez más intensas, más nítidas, menos días aciagos.

Nos comprendimos en el abrazo del tiempo. Nos abrazó el tiempo, nos reconciliaron las dimensiones. Nos entregamos al vaivén de sus tonos, días, siglos, verdes.

Aún las veo sin velo, aún las tomo en mis manos; como habitantes de una morada que existiría hasta que yo transitará en sus pasillos largos hacia el ventanal de luz.
 
Cuando él me dio las llaves de esa dimensionalidad  en verde, no me di cuenta de lo que me entregaba, pero sus serias masculinas manos fueron suficientes para recobrar el sentido de esa transparencia; estas paredes entre tiempos nos revelaron todo lo que nos hacía falta ver, decir, tocar, completar en los días verdes del pasillo de orquídeas y flechas. Inexplicables las sensaciones de estar cerca y de estar lejos, un vaivén elegido por la vida que alguna vez nos unió. Y sin más pañuelos o candiles al aire nos fuimos disolviendo en un verdor que emerge cuando alguien transita el umbral de luz.

(recados de Narda)


somos tus manos


" Somos tus manos "

En esos días donde parecía que nada más habría que esperar, brotaron las dos.

Mientras paseaban las manos silentes sobre sus pétalos y reunían agua para la tierra, gota a gota derramamos el néctar.

Hasta que ese instante, al medio día me hablaron. Sus voces eran tímidas al inicio, después ya nada había que ocultar.
Éramos de la misma especie, al oir suspirar sus tonos inmediatamente me acerqué... somos tus manos, somos tus dedos, somos las luces, los rayos que emanan de ellas. Y todo lo que percibí fue la apertura de sus pétalos en mi mente, la corola acaricio mi coronilla y los tonos del color emergían fosforescentes. 

Estaba dentro de su centro, anidándome flor.
(casa verde/ cdmx)

domingo, 20 de octubre de 2019

Cómo viajar con pequeñas alas.

¿Cómo viajar con alas pequeñas?
La transparecencia
refulgente brillará entre eclipses y llegará a su ventana.

Podemos ser el viaje y el vehículo. Sí, de esta manera es posible navegar por los sueños, por los estados anímicos difíciles de asimilar, por los caminos asfaltados y los ruinosos, saltar para llegar sin correr.
Todo es posible cuando se comprende que somos el viaje y el vehículo.

Una pequeña brújula y un traje siempre holgado es la base de todo buen camino.Las sandalias también deben ser blandas y una mascada en la cabeza para los vientos fuertes, para detener alientos. 

Las alitas aunque pequeñas para viajes breves, tienen sus dos direcciones claras y plumaje resistente.Cuando no se sabe bien a dónde se va, por cansancio, hartazgo o extravío genuino, es necesario detenerse, una pausa breve para no errar la próxima vuelta del  destino. Luego sencillamente seguir, solo seguir.Los vientos, las lloviznas, las envidias y los espíritus errabundos, pasarán d e largo, porque nosotros seguimos adelante, la luz ambarina de nuestra esencia se deslizará y no nos detendrán ni la densidad, ni los falsos caminos.Las rémoras de cualquier cosa se escaparán, huirán de pronto ante esta luz penetrante.


domingo, 8 de septiembre de 2019

Ventanas verdes de 1903.

Las ventanas son la mirada de la luz

Todo había sido esa diáfana luz.

Una ventana nos deja asomarnos a donde sea  que necesite voltear el corazón. 

Las ventanas pueden abrirnos espacios para entrar fácilmente en un intersticio, desde donde mirar. 

Espacios claros a través de las ventanas impresionistas, nos dan paisajes donde habitar -momentáneamente-.

Las ventanas recorren el tiempo y acompañan a quien se asoma. 

Las ventanas nunca nos dejan solos. 

Ellas saben cuando abrirse y cerrarse. 

Siempre serán el centro de las miradas.

(escribo este texto cerca de una ventana discreta, de departamento efímero, pequeño tan pequeño, la ciudad tiene solamente sus ventanas para dejarnos mirar/ Liverpool/ col Juárez cdmx)


Vecindad en verde
-1903-2020-

Y después llegaste tú, con tu marco acabados en circulos, y vidrios verdes.
El riesgo de asomarse y ver nuestro primer rostro era inminente, necesario y latente.

Si te asomas, te verás, cantaban esas voces desde las puertas que se abrían y cerraband desde hacía ya dos siglos, desde 1903 exactamente, abrían yc erraban como sus ventanas y ventanales en verdes y vidrios.

Quien podría adivinar todo lo que pude percibir con tan solo un instante de esa luz, de asomarme a ese tiempo que irremediablemente nos abrazó, nos besó son envolvió, nos retorció, nos reeencoentró, escondió, voló, atravesó, estrujo, ambientó, resucitó, desenvolvió y miró. Con esos ojos ventana donde aparecíamos del otro lado del espejo. sin más que decir, solo caer hechizados de encanto en verde.

Hasta que el resplandor de vernos cara a cara, mostró nuestros rostros antiguos, poéticamente nos miramos hasta que nos doliera la luz, preferíamos mirarnos hasta el amanecer que olvidarnos para siempre.

Nada podía impedir la mirada. Cada día era más luz. Cada día desvanecía el horror de tanta distancia entre siglos, cada luna nueva emergías en el marco de la ventana verde cristal para decirme todo lo que tus manos han cargado para mi. Y asi se fue la lluvia, el viento, el sol, la tierra que nos sembró como si fuesemos un par de flechas, directas al centro.

La espera agotó el diámetro del marco donde asomabas entre lunas, lo adelgazaba y desteñía. Y al recorrer el barandal de fierro forjado a manera de lotos se encendía la esperanza, y asi un día del tiempo, sería para recobrarse entre luces del crepúsculo y simplemente volver a verse, despedirse, añorarse, transladarse, rotarse hasta alcanzarse en esta realidad que les tenía plenamente despiertos. Ventanas diáfanas de esa luz en verdes que atravesaba siglos, y fugacidad y telas tenues, y paredes blancas, y balcones altos en fachadas antiguas.

confesar que he caminado este viaje inmóvil aún

Muro de la confesión. 1. Extrañar mis pasos perdidos en estas calles ateridas. Ya no camino por sus orillas, me pierdo en la vigilia de mi c...