jueves, 5 de julio de 2018

Casa de las brujas/ o Minerva. Una mirada nómada de una habitante roja.




Una mirada nómada
sobre la enigmática
casa de las brujas
o el edificio Minerva.





Una morada que ha sido motivo para las novelas, los anhelos y las leyendas urbanas y para mi conversa, como huésped nómada, que pregunta a la belleza roja ladrillo:
¿quién eres, quién hablará por ti?
¿cómo entraremos en tus secretos sin dañar tus muros?
¿quién lo sabe?












Edificio Río de Janeiro o "las brujas"/ foto que tomé desde la ventana del departamento
de Cuauhtémoc Lowder

Hay tantos nombres...


Los nombres dados a un espacio, denominan, dan ubicaciones que es posible determinar si nos detenemos frente a tal lugar, espacio, arquitectura, paisaje.
Si como el griego afirma en en Crátilo, versa Borges en su poema de los dones,
el nombre es arquetipo de la cosa...
En el nombre de las Brujas, podría haber Bruxas, en galego. En el Castillo rojo, hadas o príncipes, en el edificio Minerva, mitología amorosa. Todo esto reúne y más esta belleza del año 1908.
Sin embargo, al nombrarle Minerva, Sergio Pitol se acercó a lo que este lugar atraería,
"el mito".
El mito arquetipo de la cosa, el mito para resguardar la cosa, el mito para absolver el mal.
Observé ladrillo a ladrillo, balcón a balcón al mito Bruxa, y solo encontré a Minerva.


Ella
Ella es Minerva, sus poderes son los de la sabiduría y las artes del desafío, Júpiter le da indicaciones. Ella, protege a los artífices, artesanos. A los escritores puede ser. Creo que esto fue lo que movió al escritor a renombrar este espacio de mi ciudad, en la colonia Roma.
He escuchado al caminar por el lugar, toda clase de comentarios y aseveraciones: como cuando la guia del turibús les muestra a los paseantes - Esta casa se le llama de la Brujas por la forma que tiene en esta esquina, si ven parece tener la forma del sombrero de una bruja (en Edimburgo la arquitectura es asi: y no hay brujas ni sombreros, es un estilo arquitectónico)



Y otra leyenda urbana sobre el edifico es una muy extraña, como alli vivió una poderosa curandera pues, espantan, otra leyenda; que había muertes, asesinatos y cuanta cosa rara les despierte la imaginación morbosa que parece les gusta a algunos citadinos. Porque se quiere creer ante el enigma de una casona, castillo, que al ser asi, palaciega espantan, matan, aunque si fue una de sus etapas, en la que no era posible mantener su belleza y fue guarida de bohemios y algunos especímenes, pero todo retorna a lo que siempre se ha sido, morada del mundo, hogar para los nómadas, alli se alojaron tantos personajes y personas. Sería maravilloso poder sentir el bien, sentir lo bueno de una morada asi, su estética arquitectónica atrae la belleza por lo que si hay algo que rescatar en el presente es la sinceridad con la que Minerva nos mira desde los ojos nostálgicos de sus ventanas, lanza luz, paz, ese es el hechizo.Podemos mirar, nómadamente y percibir el tiempo, la pátina del tiempo.


Mi Minerva

Mi versión es otra, la lectura amorosa que hice del espacio, es la lectura del arte, la lectura del poema a lectura que Minerva asiste con su poder al artífice. Por eso el escritor renombra al castillito rojo. Un día conocí al propietario de uno de los departamentos que hoy se ponen en renta. Con el tiempo naturalmente nos hicimos amigos. Mi esposo y yo acabábamos de llegar de un viaje largo por el mar, y requeríamos tierra, sin embargo aunque me entusiasmé mucho al ver un cartelito rojo de renta colgado en uno de los balcones pues, no nos fue posible quedarnos. Pero el tiempo es esta huella que no abandona. Regresé allí. Casualmente había quedado desocupado uno de los espacios, y he pasado alli como huésped tan solo, algunos felices días. Nadie me asustó, no escuché cosas raras, nada. Y la magia si es que en eso se pueden fiar las leyendas urbanas, la magia del castillito es eso sí roja, de fuego, del que madura y hace caer las cosas bellas y buenas. He pasado noches transparentes alli, días cálidos, mañanas tornasol, tardes lluviosas, y la única aparición repentina en el hermoso ventanal fue esta graciosa presencia que asomo su cuerpecito flexible para mirarme, reconocerme, ¡ah estás aqui¡ y se fue saltando.








Un Castillo rojo entre casonas -Romanas-

La magia que se expande en la colonia Roma, gran parte es debido a sus casonas, pero en ninguna asustan a nadie, y si las disfrutan, gozan y meditan, como es también el caso de la llamada casa Drolma, tiene un nombre tibetano porque alli una comunidad de practicantes Budistas se reúnen. Por lo que las bendiciones se expanden en el barrio, no las maldiciones -aunque si hemos de reconocer que aún hay almas vagabundas por alli- pero las casonas no son las culpables ni las cómplices de nada, son testigos silenciosos de sus moradores, les dan cobijo, los refugian, asi también en Casa del Tíbet, que como casona de la Roma tiene su encanto de color marrón.
Pero volvamos al castillo en rojo, esos ladrilllos estilo Londinense, con interiores decó, nos regalan postales con paisajismo decó y miradas en interiores.






Paseo por su memoria/ edna

Esta "E" elevador del Minerva.
 

Esta letra pertenece al exterior del elevador, plateada como lista para volar en un platillo, en el tiempo claro. Pero aqui se queda con sus moradores. Conmigo, allí.

Seamos testigos de la belleza, de la luz que emana de sus ventanales


Ser testigo del "actante", en términos literarios se le denomina actante al objeto narrado, a aquello que sin ser un ser vivo, humano, le damos vida, sin el cual no hay historia que narrar. Por lo tanto el Minerva es un actante, con todos sus nombres, pero en el presente no con todas sus leyendas, que algunas son solamente producto del imaginario con los prejuicios de la ignorancia, del malversado rumor... - si alli es, mira...

-Sí, alli es donde ahora cada persona que es mirada por sus ojos ventanales, nostálgicamente dice; oh ¡que lugar tan hermoso¡, sí aqui me tomas las fotos, o si, aqui quiero vivir.

- Oh aqui vivió Guillermo Lowder, el más importante productor de teatro de México quien llevó a Broadway "Aventurera", además del triunfo total en teatros mexicanos. Me imagino al señor Lowder, o paseando por la duela de su departamento decó, escuchando "vende caro tu amor aventurera" mirándo por la ventana recreándo lo creado el bar Kumbala.... (que mas tarde café tacuba el grupo de rock, usaría para sus canciones) y veo a don Guillermo bebiéndo ese whisky inglés -como su familia- que sería el detonante de la inspiración.. inspiración que a su vez legaría quizás a su hijo varón bailaor Cuauhtémoc Lowder, que baila con el duende que da un dios.

De mirar el castillo emanan voces que recuerdan:- sí este es el edificio donde viviéron los escritores como Sergio Pitol, o se escribiéron novelas inspiradas en su enigmático mito. Me quedo con el mito que aunque policial creó Sergio Pitol en "El desfile del amor", aunque aún no reviso la "Cabeza de Hidra" de Fuentes y "Morirás lejos" de José Emilio Pacheco,, en estas novelas Minerva es el actante... Quien puede predecir que en un mito, el enigma se transformará en uno de los espacios más emblemáticos de esta zona, que todos queremos vivir ahora alli, que afortunadamente ha dejado la maldición de sólo ser el edificio embrujado, aunque esto sigue su curso; porque el hechizo que nos prodiga es asumir la bondad de la belleza a través de dos siglos, la paz que reina en los moradores visible e invisiblemente. El atuendo con el que se reviste este anhelo de los poetas para que nos encante mirar por sus ventanas, por dentro, por fuera, por todos lados, asomarnos como el felino visitante, ser los huéspedes nómadas que al alojarnos gozamos de las voces de los ladrillos que sostienen al Minerva.





Y en este desfile, lo que si sabemos es que Sergio Pitol nos pasea con su erudita estrategia literaria, la vida velada de una infancia que reconoce allí, en su Minerva, la morada de su infancia, a la que regresa para esclarecer un enigma, que le ayuda a reconciliarse con los personajes y familia, de su pasado... de su propio desfile amoroso, aunque para ello tenga que elucubrar sobre la muerte del austriaco del que nadie quiere ya saber: él si.


http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/colaboracion/mochilazo-en-el-tiempo/nacion/sociedad/2016/07/18/el-edificio-que

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