jueves, 24 de junio de 2021

Confesar que nos gustan los libros de viejo y sepias.

 
Hallé en este blog "fragmentos nómadas" un texto que describe muy bien lo que sentimos quienes somos muy cercanos a los libros de segunda mano, a los libros que han sido de otros por siglos o años, o meses, a otros ámbitos, otras manos, y en las nuestras recobran vidas  y texturas renovadas, como si al tenerlos entre manos, esos libros nos trajeran lo que siempre habíamos esperado: la página con aromas del tiempo transcurrido. (Edna Apo)
 
"Confieso que me gustan los libros de viejo, los libros usados y marcados, los firmados, subrayados y anotados. Los libros fatigados, estropeados y amarillentos. Paseo con deleite y expectación entre casetas de ferias, rastros, mercadillos, almonedas y puestos callejeros. Hace tiempo que asumí que me pierden los libros con olor a rancio, polvorientos y frágiles. Me inclino más por los humildes y sencillos que por las grandes y lujosas ediciones. Admito que no puedo resistirme a una dedicatoria, ni siquiera a un simple nombre anónimo acompañado de un lugar y una fecha. Reconozco que leo emocionado y curioso las palabras que alguien desconocido dedicó a otro desconocido. Y que ojeo cuidadosamente, fascinado y nervioso, las hojas quebradizas en busca de una señal, una marca, un subrayado, una explicación, un papel anotado, un recibo, un billete de transporte, una flor depositada y olvidada, algo, todo, todo aquello que me permita recordar a continuación lo que nunca me sucedió, ni supe, ni conocí, ni tan siquiera pensé o soñé. Lo que no estaba hecho para mi, ni para mis ojos, ni estaba destinado a saciar mi curiosidad. Lo que un momento antes no existía a pesar de haber sido todo para otros en otro tiempo y en otro lugar. Un tiempo perdido, una historia oculta y olvidada. Una historia ahora recobrada, rescatada y reinventada.
 

Soy capaz de crear a un lector de cuerpo y alma con apenas un nombre, una fecha y unas pocas líneas marcadas. Disfruto a mi manera y silenciosamente del placer de imaginar espacios y escenarios de lectura. Comparto absolutamente y como no podía ser de otra manera con Borges la idea de que "ordenar bibliotecas es ejercer de un modo silencioso el arte de la crítica” y, también lo que decía Felipe Benítez Reyes parafraseando a Borges de que "una mudanza es la forma más brutal de hacer crítica literaria". Las librerías, los puestos de rastro y las sábanas tendidas en la calle están llenas de mudanzas, de partidas, de desapariciones, de abandonos, olvidos y descuidos. De renuncias y necesidades. Llenas de crítica literaria. Llenas, en definitiva, de "autobiografías" (Le Clézio/ texto del blog fragmentos nómadas)



confesar que he caminado este viaje inmóvil aún

Muro de la confesión. 1. Extrañar mis pasos perdidos en estas calles ateridas. Ya no camino por sus orillas, me pierdo en la vigilia de mi c...