jueves, 27 de junio de 2019

El retorno.

Bitácora de los días en la ciudad.
1. El regreso.

Regresar es una forma de recordar. Pero no siempre al llegar se halla lo que se dejó, la armonía se trastoca con facilidad. Habité algunos años, hace años en la ciudad, alli mi departamento me regalaba refugio y aromas de jazmín que procuré siempre con inciensos y ofrendas simples.

Nosotros hemos dejado el cielo y las garzas del cementerio cercano al departamento de ese Valle ( ego) y ahora regresamos a la ciudad, mi ciudad, retornamos los tres, somos nuevamente habitantes e ciudad; Chimi (felino naranjita) mi esposo y yo. 

El departamento es el mismo externamente, pero internamente ha cambiado como todo, ahora tiene una discoteca coreana intregrada cada martes. La armonía y el silencio sorprendentes que habitaban en este bunker de mosaicos rojos, ahora es asi, de sonoridad bárbaras. Con todo lo que respetamos oriente, y la gratitud que le tenemos, ahora hay una familia, varias que no duermen, nuestros hermanos de oriente decidieron desfogar sus instintos reprimidos -que no son pocos- en un tremendo karaoke nocturno, y asi pasan sus martes, en lo que fue este edificio que yo habité con pasión y ahora en mi regreso padezco y agradezco semejantes maestros de paciencia, eso si amables y reverentes, como buenos orientales pero borrachos. Que paradoja me toca vivir, aún me consterna.

Regresar a un espacio que se habitó es un misterio que el tiempo te regala, uno tiene que elegir que visión es la mejor, si la de los infiernos con karaoke integrado o la de esto también pasará y unirnos al gozo nómada al que invita esta ciudad y sus miles de espacios caminables. El derecho a ser habitante de mi ciudad, ahora es un reto. Nada más paradójico. Llegué en mi infancia a esta ciudad, también dejamos el castro, y mi vida gallega, para reunirnos con esta ciudad que si es lo que el corazón habita.

¿Qué hace una escritora nómada como yo en estas batallas de la conciencia? Tal vez acercarme a mi propia naturaleza humana, a la que está más viva y más despierta. Cada día cada reto es un espacio para depurar. Fui de la náusea sartreana al refugio del dharma. Y paso por esa náusea frecuentemente como la campana que me despierta una y otra vez.

A una escritora como yo esta ciudad le da el más amplio abanico de formas, especies, colores, sensaciones y modos, Elegir la visión ahora es la forma y la luz. Saber que asi es como se depura lo que traemos de sobra. Salir y entrar desde ese espacio que todo lo abarca y solamente observar el samsara, cerrar la ventana y cargar siempre mi pasaporte al nirvana.


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