Entre pasos hacia una diáfana luz es como se revela espontánea,la mirada nómada. Edna Aponte (escritora de esta diáfana luz)
lunes, 2 de mayo de 2016
sábado, 19 de diciembre de 2015
si no hay poesía, no hay mundo, lea poesía

El escritor y traductor francés Yves Bonnefoy. / EL PAÍS
Cualquiera pensaría que los cientos de jóvenes que lo escuchaban atentos le habían impregnado energía, más ganas de vivir; pero fue al revés. Fue él, Yves Bonnefoy, con sus 90 años, quien irradiaba fervor por la vida y la realidad. Hablaba de poesía, hablaba de palabras, del aliento vivificador que hay en ellas y de su capacidad de crear el mundo. De cambiarlo, incluso. Hilos de murmullos aquí y allá desprendían los mil estudiantes mexicanos mientras escuchaban al poeta, ensayista, traductor y crítico expresarse en su francés de reminiscencias antiguas mientras ellos con sus cascos escuchaban la traducción del que les habían dicho era uno de los escritores más importantes de Francia.
“Los poemas no tienen significado. Cuando se lee uno hay que preguntar a la propia experiencia, a la memoria. Y a partir de ahí buscarle la interpretación”.
Yves Bonnefoy, sin pretenderlo, había creado el mejor escenario y ejemplo de lo que siempre ha dicho y pensado respecto a la función y cometido de las palabras y la poesía. Y su influjo en la vida de cada uno como lo cuenta en su libro de ensayo El territorio interior (Sexto Piso). Palabra oral y escrita donde se celebra el derrumbe de la Torre de Babel que permitió la proliferación de las lenguas y con ellas el caleidoscopio de la realidad, de que cada cosa tiene un nombre y ese nombre es multiforme porque suena distinto en cada lengua y a su vez su historia varía en cada individuo de acuerdo con la biografía y huella que haya dejado en cada persona. Bonnefoy hablando francés ante una muchedumbre, alguien traduciendo en un español mexicano y los muchachos interpretando o adaptando dichas palabras a su propio mundo.
“En una conversación cotidiana, las palabras sirven para que nos entendamos, pero desaparecen. En cambio, en la poesía esas mismas palabras reaparecen en su verdadera realidad y son nombres propios que señalan o designan las cosas como son para mostrarnos la realidad”.
“¡Espléndido!”. Así recordaría Bonnefoy la experiencia con los mil muchachos, al día siguiente, en el estand de EL PAÍS en la FIL, sentado en una silla, delante de una portada de Babelia titulada: ‘Verdi. Maestro de la vida’. Ahora está bajo la mirada de la Aída verdiana este poeta de obras como Las tablas curvas, Principio y fin de la nieve y Del movimiento y la inmovilidad de Douve; de los ensayos La nube roja, La traducción de la poesía, Donde la flecha cae o El artista del último día;traductor de maestros como Shakespeare y explorador de mitos como se refleja en su Diccionario de las mitologías. Serio y con sus cabellos blancos, menos alborotados que el día anterior, la voz del autor suena baja en medio del rumor de la feria.
“La palabra, las palabras, están en el centro de todo. Son el embrión que no solo describe y señala y nombra el mundo sino que lo ordena y puede salvarlo, reordenarlo. La palabra es nuestra principal conexión con la realidad y la poesía su mejor vía. Por eso es necesario que las liberemos de ese yugo en el cual las hemos metido”.
Con las manos entrecruzadas sobre la mesa de cristal, Bonnefoy deja claro que el poeta no deja nada al azar. Se esmera por buscar el término preciso que se aproxime a la realidad física o no que quiere contar, transmitir. Lo atisbó desde muy niño cuando empezó a leer y notó la intensidad de las palabras y supo lo que quería escribir.
“Yo no he elegido la literatura, sino la poesía. No son la misma cosa. La literatura es una posibilidad de la lengua, la poesía es una manera de despertar la palabra. Y debemos hacer una distinción fundamental entre la lengua y la palabra. La lengua es un conjunto de nociones que nos permiten encontrar diferentes aspectos de la realidad, la literatura es la construcción que hacemos de ella por medio del lenguaje. Todas las experiencias están aquí permitidas, todas las distracciones e irresponsabilidades. La poesía es la respuesta que se lanza en dirección a la lengua, cuando nos preguntamos acerca de nuestras necesidades fundamentales. No es un lugar para divertimentos, ni de la experimentación existencial: es el lugar de la exigencia de la responsabilidad”.
Sus ojos azules se agrandan para ir a los días en que aprendió a leer. Tendría unos cinco años. Fue con esos libros para niños en los que junto a una palabra está su dibujo. Supo que no se trataba solo de letras. Vio un árbol a los pies de la palabra ÁRBOL, una rosa junto a la palabra ROSA, un perro haciendo compañía a la palabra PERRO.
“Recuerdo que fui golpeado profundamente por la relación que aparecía entre la palabra y la cosa. Tenía la sensación de que la palabra era la embajadora de la cosa, su representante entre nosotros. Es mi primer recuerdo sobre la experiencia del lenguaje. En ese momento comprendí que la poesía ejercía esta relación con la palabra. Después encontré, en los poemas que nos hacían leer, que existía un ritmo, una música dentro de los poemas, que no era inherente a las conversaciones, sino que existía solo en la poesía. Así consideré que mi destino era practicar ese ritmo que hacía que las palabras entraran en contacto con el mundo”.
Convencido y emocionado, Bonnefoy dice que la palabra tiene vida; es un mundo, y crea un universo. Y su encadenamiento con otras palabras, su combinación para crear frases transforma y altera su esencia, su significado. Para él las palabras cotidianas se usan sin darles el valor que merecen.
“La poesía está para recordarnos que todas las palabras, incluidas las que usamos automáticamente, o tanto que parecen gastadas y poco relevantes, son las responsables de la realidad. Para nosotros es importante la existencia de una tierra, suficiente, benéfica, que nos permita dar un sentido a nuestra existencia, que nos permita estar unidos en un lugar donde exista la vida, aunque por momentos resulte surreal. Diría que la poesía habla solo acerca de eso, en esencia. Fundamentalmente la poesía debe decir: ‘Existe una Realidad’, debemos ser parte del mundo, no debemos dejarnos llevar por esa distracción que nos hace aceptar nuestras existencias como algo abstracto, o resignado a la irrealidad. ¡La poesía es aquello que exige la existencia del mundo!”.
El escritor, con el ceño fruncido, se inclina hacia delante. El murmullo de la feria ahoga su voz. Sus oídos están cansados. Sonríe al ver delatados sus desgastes. Y lamenta que cada vez se lea menos poesía.
“El medio ambiente de la Tierra vive amenazado. La lectura de poesía nos regresa a la capacidad fundamental, una apertura si se puede llamar así, de recentrar nuestra atención sobre el lugar terrestre como tal. Ahora en que muchas de las especies desaparecen, en que el aire está contaminado, en que la población es tan numerosa que no hay suficientes recursos, es necesario tomar conciencia de nuestro papel, y el papel de la poesía es facilitar esta toma de conciencias. Necesitamos una voz profética que anuncie los desastres y despierte la conciencia”.
Lo dice con una sombra de tristeza y esperanza. Como cuando habla de la falta de motivación de las instituciones para que la gente lea poesía. Algunas personas que pasan por ahí se detienen a escucharlo.
“Lo que ha ocurrido es que el sistema educativo ha tenido una preocupación sociológica, científica y psicológica que ha desviado la atención de esta relación que la palabra poética establece con el mundo. Se ha cambiado la experiencia poética directa por la explicación del poema y esa reflexión académica ha dado paso a una situación en la cual la poesía no puede respirar. He ahí el problema con la recepción de la poesía”.
Sentir. Sin temor. Expresar, sin miedo. Dar rienda suelta a la memoria para poder interpretar los versos que cobran nueva vida en cada lector. Algunas personas siguen ahí, asomadas en silencio a lo que dice él, ahora entre lo finito y lo infinito. Pastorea el Tiempo donde está inmerso el ser humano y con el que debe aprender a relacionarse.
“La poesía hace acercamientos más profundos a la condición humana, a lo que sabemos y está detrás. Las grandes obras de la poesía se han arriesgado mucho antes por los laberintos de la conciencia nuestra. En las dudas de Hamlet es donde la modernidad encontró su suelo más fértil”.
La realidad con sus encrucijadas está presente en El territorio interior:“Existir, pero de otra forma, y no en la superficie de las cosas, en el meandro de los caminos, en el azar: como un nadador que se sumergiese en el porvenir para emerger luego cubierto de algas, y más ancho de frente, y de espaldas”. Ir más allá de las quimeras es su invitación, dar a cada cosa su lugar y función. “Es la relación con el otro la esencia del pensamiento moral”. Considera que la poesía es el origen de la preocupación ética o filosófica. No duda en soplarnos que “la sociedad sucumbirá si la poesía se extingue”.
Palabras e ideas embajadoras en poemas como La rapidez de lasnubes:
En mi sueño de ayer
El grano de otros años ardía a fuego lento,
Sin calor, en el suelo embaldosado.
Descalzos, lo apartaban nuestros pies como un agua límpida.
¡Oh amiga mía,
Qué distancia tan débil separaba nuestros cuerpos!
La hoja de la espada del tiempo que merodea
Hubiese allí buscado en vano lugar para vencer
El grano de otros años ardía a fuego lento,
Sin calor, en el suelo embaldosado.
Descalzos, lo apartaban nuestros pies como un agua límpida.
¡Oh amiga mía,
Qué distancia tan débil separaba nuestros cuerpos!
La hoja de la espada del tiempo que merodea
Hubiese allí buscado en vano lugar para vencer
(Texto del periódico ESPAÑOL EL PAÍS)
domingo, 22 de noviembre de 2015
viernes, 13 de noviembre de 2015
Cátedra sobre Marcel Proust y la estética impresionista (UNAM)
La famosa taza de donde salió el novelón; más largo hasta ahora....
La UNAM, en este año 2015, creó una serie de seminarios para que los grandes maestros y los magníficos catedráticos de nuestra alma mater se unan, asi fue con este espléndido seminario: la maestra Luz Aurora Pimentel nos da sus luces y conocimientos sobre la novela más larga del rió novelístico, o sea la obra de Proust EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO.
EstA cátedra te puede dar la facilidad para comprender esta novela río. Las miles de referencias de vestuarios, personajes, pinturas impresionistas, lugares actantes literarios como Combray que supe entonces que no existía como tal en Francia, sino que fue el actante que Proust crea para que alli suceda gran parte de la Novela río....
Escuchar las impresiones que ocasionan las páginas de Proust sobre las imágenes impresionistas es revelador: la visión del cuadro dentro del cuadro de una habitación que refleja una vidriera, un mueble frente a una ventabna que no balcón aclara la catedrática Pimentel, que está mal traducido y cambia el sentido plenamente, un balcón a una ventana, esta ventana frente al mar refleja a su vez la vidrirera que a su vez refleja el mar, que da a la ventana....
Bueno asómate a escuchar esta maravilla en tus oídos. Todo Proust en unas horas....es tu propia magdalena en el té de tus días contemporáneos:
Descarga Cultura UNAM: Proust y la estética impresionista
Las palabras que salieron de una taza de té.
/Saber; me has dado el dolor; sendero nómada/
(Jenny Asse,"Es sed de morir el paraíso",poemario)
El jardín de la memoria involuntaria
(Los Creadores, Daniel Boorstin)
"El descubrimiento del yo como recurso artístico permitió permitió al escritor interioriorizar el tiempo, convirtiéndo su vida íntima en un microcosmos de misterio, e un laboratorio personal desde donde reconquistar enormes extensiones. El espacio habìa podido ser manejado; se le había dominado en edificios, enc uadros, en palabras. Pero el tiempo, esa dimensión esquiva desafiava alos escritores modernos a ejercitar su ingenio. Y en su empeño, èstos iban a sacar a la luz recursos insospechados del yo..."
Y nada menos que Marcel Proust (1871-1922, Auteuil,París) eligió para su obra "esa sustancia invisible llamada tiempo"...Sus antepasados judíos le daban esos memoriosos paisajes de la mente.
Y aqui tenemos Por el camino de Swan:
o la memoria involuntaria de Proust que a todos nos despertó la conciencia del pan de la palabra interior, del paisaje de la mente:
"...un día de invierno, al volver a casa, mi madre, viendo que yo tenía frío me propuso que tomara, en contra de mi costumbre, una taza de té. Primero dije que no, pero luego sin saber por qué, volvì a mi acuerdo. Mandó mi madre por uno de esos bollos, cortos y abultados que tienen por molde una valva de concha de peregrino. Y abrumado, por el triste dìa que había pasado y por la perspectiva de otro melancólico por venir, me llevé a los labios una cucharada de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en elgo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió sin noción de lo que lo causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre contigente y mortal. ¿De dónde podría venirme esa alegría tan fuerte? ¿De dónde venía y qué significaba?...Y como ese entretenimiendo de los japoneses que meten en un jarrón de porcelana trocitos de papel, al parecer informes,que en cuanto se mojan empienzan a estirarse, a tomar forma a colorearse y a distinguirse convirtiéndose en flores, en casas, en personajes consistentes y cognoscibles,así ahora todas las floresde nuestro jardín y las del parque del señor swan y las ninfeas de los Vivonne y las buenas personas del pueblo y sus viviendas chiquitas y la iglesia y Combray entero y sus alrededores, todo eso, pueblo y jardines, que va tomando forma y consistencia, sale de mi taza de té."
sábado, 10 de octubre de 2015
jueves, 24 de septiembre de 2015
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