martes, 5 de febrero de 2013

Poética Huidobriana: "poesía como una visión"

Del hermoso "material de Lectura" que la UNAM esta Poética Hudobriana:

Pequeño dios, antipoeta y mago capaz de descubrir —a
través del vértigo del lenguaje; logos que también
posee su carga visceral y lúdica— la infinita circularidad
del abismo cósmico y terrestre: eso fue, eso es
Vicente Huidobro, el vertiginoso (Santiago de Chile,
1893-balneario de Cartagena, 1948) que a los veintiún
años tuvo la lucidez y se atrevió a decir: “El poema
debe ser una realidad en sí, no la copia de una realidad
exterior. Debe oponer su realidad interna a la realidad
circundante”.
¿Qué representa Huidobro?
Nada menos que el edénico rescate del verbo convertido
en cuerpo sensible. Escritura concebida libremente,
del mismo modo como la naturaleza puede concebir
un árbol. A partir de esta energía, ya todo es
posible. Las palabras no estarán obligadas a comportarse
servilmente; la poesía no es el reino de lo verificable.
Las palabras, dentro de su vértigo / vértice ejercen
su libertad; ellas son más verdaderas cuando
gozan de una mayor plenitud. La realidad ficticia no
tiene la obligación de ser el espejo pasivo y parasitario
de la realidad real. El lenguaje, entonces, puede captarlo
todo. Y captar el todo es captarse a sí mismo. Es
preciso avanzar —la rueda da vueltas aunque su eje
permanece inmóvil— creando infinitas conexiones.
Ello sólo es posible si se dispone de una red metafórica
cuya potencia permita conquistar el territorio sustantivo
de la poesía. Aquí la escritura se disgrega,
excede, tiembla. La trampa del logos se vuelve ineficaz
ante el arrebato analógico de los sentidos.
Vicente Huidobro es el puente entre lo terrenal y lo
celeste. Su poesía es hambre de infinito, lucha contra
los dioses —dolor por su abandono—, orfandad cósmica
y deseo de reconquistar el paraíso, la placenta láctea, por
medio del lenguaje fulgurante y libérrimo. El antipoeta
y mago reconoce en los dadaístas la primera semilla o
el ventalle de la creación: ritmo de las palabras en libertad,
desarrollo, expansión hacia el verso sin cadenas.


Que el verso sea como una llave
que abra mil puertas
Para que estas mil puertas se abran es imprescindible
que el verso sea cinético y disponga, en su interior, de
mil claves. He aquí el avance hacia la polisemia del
lenguaje, su utilización, su reconocimiento. Cada palabra
es múltiple. Cubistamente, las palabras son animales
en movimiento perpetuo: sonoras, ópticas, gustativas,
olfativas, táctiles; ellas se tienden lazos
visibles e invisibles, establecen connubios subterráneos,
diásporas insólitas y hasta recurrentes. A más
acepciones, el rostro verbal es más poderoso. Caras y
caras infinitas en el juego del verbo.
Y ya en poder de las palabras, ¿cómo conquistar esa
cantidad hechizada que es la poesía?
El propio Huidobro, en su libro Manifestes (1925),
resume así su posición:
1. Humanizar las cosas. Todo lo que pasa a
través del organismo del poeta debe tomar
la más grande cantidad de su calor. Aquí
una cosa vasta, enorme como el horizonte,
se humaniza, se convierte en íntima, en filial
con el adjetivo cuadrado. (Huidobro se refiere
al título de su libro Horizon carré). El
infinito entra en el nido de nuestro corazón.
2. Lo vago se hace preciso. Cerrando las ventanas
de nuestra alma, lo que podía escapar6
se y convertirse en gaseoso, en estropajoso,
permanece encerrado y se solidifica.
3. Lo abstracto se hace concreto y lo concreto
abstracto. Es decir, el equilibrio perfecto,
puesto que si usted estira lo abstracto hacia
lo abstracto, se deshará en sus manos o se
filtrará por sus dedos. Lo concreto si usted
lo hace más concreto, acaso pueda servirle
para beber vino o amoblar su salón, pero
nunca para amoblar su alma.
4. Lo que es demasiado poético para ser creado
se convierte en una creación al cambiar
su valor usual, puesto que si el horizonte era
poético en sí, si el horizonte era poesía en la
vida, con el calificativo cuadrado llega a ser
poesía en el arte. De poesía muerta pasa a
poesía viva.
Poesía como una visión: organismo sensible, siempre

No hay comentarios:

Publicar un comentario

confesar que he caminado este viaje inmóvil aún

Muro de la confesión. 1. Extrañar mis pasos perdidos en estas calles ateridas. Ya no camino por sus orillas, me pierdo en la vigilia de mi c...