Hallé en este blog "fragmentos nómadas" un texto que describe muy bien lo que sentimos quienes somos muy cercanos a los libros de segunda mano, a los libros que han sido de otros por siglos o años, o meses, a otros ámbitos, otras manos, y en las nuestras recobran vidas y texturas renovadas, como si al tenerlos entre manos, esos libros nos trajeran lo que siempre habíamos esperado: la página con aromas del tiempo transcurrido. (Edna Apo)
"Confieso que me gustan los libros de
viejo, los libros usados y marcados, los firmados, subrayados y
anotados. Los libros fatigados, estropeados y amarillentos. Paseo con
deleite y expectación entre casetas de ferias, rastros, mercadillos,
almonedas y puestos callejeros. Hace tiempo que asumí que me pierden los
libros con olor a rancio, polvorientos y frágiles. Me inclino más por
los humildes y sencillos que por las grandes y lujosas ediciones. Admito
que no puedo resistirme a una dedicatoria, ni siquiera a un simple
nombre anónimo acompañado de un lugar y una fecha. Reconozco que leo
emocionado y curioso las palabras que alguien desconocido dedicó a otro
desconocido. Y que ojeo cuidadosamente, fascinado y nervioso, las hojas
quebradizas en busca de una señal, una marca, un subrayado, una
explicación, un papel anotado, un recibo, un billete de transporte, una
flor depositada y olvidada, algo, todo, todo aquello que me permita
recordar a continuación lo que nunca me sucedió, ni supe, ni conocí, ni
tan siquiera pensé o soñé. Lo que no estaba hecho para mi, ni para mis
ojos, ni estaba destinado a saciar mi curiosidad. Lo que un momento
antes no existía a pesar de haber sido todo para otros en otro tiempo y
en otro lugar. Un tiempo perdido, una historia oculta y olvidada. Una
historia ahora recobrada, rescatada y reinventada.
Soy capaz de crear a un lector de cuerpo
y alma con apenas un nombre, una fecha y unas pocas líneas marcadas.
Disfruto a mi manera y silenciosamente del placer de imaginar espacios y
escenarios de lectura. Comparto absolutamente y como no podía ser de
otra manera con Borges la idea de que "ordenar bibliotecas es ejercer de un modo silencioso el arte de la crítica” y, también lo que decía Felipe Benítez Reyes parafraseando a Borges de que "una mudanza es la forma más brutal de hacer crítica literaria".
Las librerías, los puestos de rastro y las sábanas tendidas en la calle
están llenas de mudanzas, de partidas, de desapariciones, de abandonos,
olvidos y descuidos. De renuncias y necesidades. Llenas de crítica
literaria. Llenas, en definitiva, de "autobiografías" (Le Clézio/ texto del blog fragmentos nómadas)