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Rosa de los vientos mira nuevamente que él estaba allí, esa pequeña foto de contorno ondulado, si le recuerda cómo llegó a su vida. Me pide que le aclare si aún trae puesto el sombrero, y está a la orilla del río en un puerto vacío, sentando en una mojonera. Asiento bajando la cabeza en señal de que es tal como ella me dice. "Entonces él también me mira", murmura y suspira, siento su nostalgia; él estaba allí.
(Ficción postal: POSTALES PARA UNA MALETA, de Edna Aponte).
"Allí vivíamos los 7, todos usábamos sombreros, unos de copa otros boina o como el mío estilo modernista. Si los miras sus rostros son maculinamente serios reflejan un aire común, eran los 5 hermanos de mi madre, con quienes me dejó al morir. Sus abrigos largos como su bondad, todos ingleses emigrados a México conmigo en brazos, y con él con quien crecí y con quien pasé a otros mundos que están en este.
Su boina te dirá desde dónde llegó, mis tíos lo adoptaron como a mi, y su puro es el aroma de mis recuerdos. Soy la única mujer en esa imagen postal, fui la única durante mucho tiempo, hasta que mis recuerdos quedaron en pequeños enigmas de papel, en esta maleta del olvido."
Mientras recolectaba las postales, mis manos se movían solas, Rosa de los vientos quedaba una vez más en uno de los compartimientos de la maleta desvencijada pero aún baúl secreto del tesoro oculto de esa vida y sus viajes también. El enigma de su voz en mi mente; ha sido una imagen más para esta forma que la memoria vierte en ficción. Otra manera de acercar el intersticio por el cual he asomado el asombro en este viaje inmóvil de días inciertos, de días que recobran sentido en una postal sepia cuyo tiempo queda encapsulado en ese cuadrito, ventana de papel donde posar la mirada nómada.
(para la "niña oscura" quien me mostró dónde estaba la maleta de Rosa de los vientos/ SantaMaría la Rivera CdMx 2020)