El dibujante sin descanso
Hay que buscar los dibujos de un pintor igual que hay que buscar los
cuadernos de apuntes y los diarios y los borradores de un escritor,
porque en los unos y en los otros está lo inmediato, lo impremeditado,
lo fragmentario, y por tanto lo más verdadero, la fluidez del proceso y
no la inmovilidad del resultado, la tentativa y el tanteo y no el rumbo
seguro. Un rumbo demasiado seguro es engañoso, porque puede venir menos
de la certeza que del anquilosamiento, ya que en estos oficios no hay
seguridad posible. Un dibujo no es el plano de un cuadro futuro, sino la
exploración de una posibilidad que va revelándose según avanzan las
líneas, dependiendo más de la textura del papel, del deslizarse del
lápiz y la sensación del pulso que de una idea consciente. Puede que
después del dibujo venga un cuadro y también puede que no. Y sucede
también que cuando se han conservado los dibujos preparatorios, estos
tienen una libertad y una ligereza que quedaron suprimidas en la obra
final. A nuestra sensibilidad nerviosa le resulta muy ajeno el acabado
marfileño de los cuadros de Ingres —y sin embargo respondemos de
inmediato a las líneas a la vez libres y meticulosas de sus dibujos, que
al fin y al cabo tienen tanto que ver con la manera de dibujar de
Picasso o de David Hockney.
[...]
Viriginia Woolf (Roger Fry, 1917)
Esta anotación fue escrita por
Gotardo, publicada en
10/05/2014 at 10:24 AM, archivado en
Ida y vuelta.
(este hermoso texto me lo ha mostrado una alumna de mi taller de escritura creativa, en ágora nómada, Lorenza, gracias)